Casi 11,000 menores de edad en EEUU fueron víctimas de presunto abuso sexual por más de 4,000 sacerdotes a lo largo de 52 años, dijo hoy el estudio más extenso sobre un pasado "trágico" y "vergonzoso" de la Iglesia católica en el país.
06/sep/2007.- La Conferencia Episcopal de EEUU, en un acto de contrición e introspección, divulgó hoy el estudio estadístico y otro complementario, como parte de sus esfuerzos por restaurar la fe de los 65,3 millones de católicos en la institución.
06/sep/2007.- La Conferencia Episcopal de EEUU, en un acto de contrición e introspección, divulgó hoy el estudio estadístico y otro complementario, como parte de sus esfuerzos por restaurar la fe de los 65,3 millones de católicos en la institución.
Los resultados de ambos informes, que cubren el período entre 1955 y 2007, revelaron que el problema es mayor de lo que se pensaba: 4,392 sacerdotes -un 4 por ciento de un total de 109,694- fueron acusados del abuso sexual de 10,667 menores.
De ese total, aproximadamente 6,700 casos presentaron suficientes pruebas, otros 3,300 no fueron investigados porque los sacerdotes ya habían fallecido, y otros 1,000 no presentaron pruebas fiables para justificar una investigación.
El estudio del Colegio John Jay para la Justicia Criminal, que se basó en el 97 por ciento de las 195 diócesis que respondieron a sus cuestionarios, agregó que poco más de la mitad de los abusos denunciados fueron cometidos contra niños entre 11 y 14 años; el 81 por ciento de las víctimas eran varones y el 19 por ciento, mujeres.
El 40,9 por ciento de los abusos ocurrió en la residencia del cura, el 16,3 por ciento en la propia iglesia y el 42,8 por ciento en otros sitios, dijo.
En total, la Iglesia católica gastó poco más de 572 millones de dólares en concepto de costos legales, indemnizaciones, terapia para las víctimas y tratamiento para los sacerdotes.
Esa cifra no incluye los gastos incurridos después de completado el estudio nacional ni los 85 millones de dólares que recientemente acordó pagar la archidiócesis de Boston para resolver algunas de las demandas.
Parte de la culpa de esta epidemia la tuvieron, en muchos casos, los obispos que, a sabiendas de la situación, no la corrigieron y se preocuparon más por proteger la reputación de la Iglesia, según el análisis complementario de la Junta Nacional de Revisión ("National Review Board").
"Esta falta de liderazgo (por parte de algunos obispos) ha sido algo vergonzoso para la Iglesia", resumió la Junta.
"Les aseguro que los autores conocidos ya no son miembros del ministerio", dijo el obispo Wilton Gregory, presidente de la Conferencia Episcopal de EEUU (USCCB, en inglés).
Gregory agregó que "puedo decir con absoluta certeza que los obispos hemos puesto en marcha los mecanismos para responder de inmediato a estas acusaciones, ayudar a las víctimas y expulsar a los responsables".
Según la USCCB, cerca de 700 sacerdotes y diáconos han sido apartados del ministerio desde enero de 2002.
Durante una rueda de prensa en Washington, sin embargo, tanto Gregory como los demás obispos allí congregados insistieron en que serán los obispos de cada diócesis los que tendrán que decidir si divulgan o no los nombres de los curas pederastas.
Agregó que el Vaticano ha mostrado mucha receptividad y la voluntad para continuar con las medidas correctivas para atajar el problema.
Según el arzobispo de Santa Fe (Nuevo México), Michael Sheehan, esto ha sido una experiencia aleccionadora, que ha obligado a grandes cambios en la capacitación de seminaristas, para evitar una repetición del pasado.
"Las cifras son impresionantes, terribles... el abuso sexual es un asunto grave en toda la sociedad y como católicos, tenemos que hacer lo posible por eliminar este problema", dijo Sheehan a los periodistas.
Ambos estudios señalan además que el número de abusos y de sacerdotes implicados podría ser mayor, ya que las cifras divulgadas hoy fueron entregadas de forma voluntaria por las diócesis.
Además, muchas víctimas han preferido guardar silencio sobre los presuntos abusos por temor o vergüenza.
Para la Red de Sobrevivientes de Abusos de los Sacerdotes (SNAP), el informe es tan sólo un primer paso, porque "el diagnóstico no es una cura", dijo a EFE el director de esta organización, David Clohessy.