En México hay aproximadamente 10 millones de discapacitados. Algunos de ellos ni siquiera pueden levantarse de una cama y necesitan de un respirador para vivir. Para atraer la atención sobre este problema que muchas veces queda en un segundo o un tercer plano, le presentamos el caso de Lissete Allende.
La historia de Lissete comenzó a escribirse en noviembre de 1998. O mejor dicho, hace nueve años su historia se detuvo. Ella tenía 17 años; su novio, 19.
Iban a una fiesta, pero un descuido al volante terminó con la diversión, y lo hizo para siempre. "Fue como pausa al despertar, y como que estaba en el suelo y me dolía mucho el cuello, después desperté en el hospital”, narró la joven.
El novio de Lissete resultó ileso y quiso ayudarla, pero al intentarlo por sus propios medios le cambió por completo la vida a esta joven que hoy tiene 27 años. El médico internista Eduardo Hardi explicó que Lissete "presentó fractura a nivel de vértebras cervicales. Quedó con una paraplejia, todo el cuerpo sin ningún movimiento, afectando músculos respiratorios. Inicialmente fue atendida en Lomas Verdes, de ahí fue trasladada a otro hospital. Su problema realmente fue que los músculos respiratorios no la ayudaron y desde entonces tuvo que tener soporte con el ventilador al que ha estado conectada desde entonces".
A nueve años de distancia, la noche del accidente aún es un recuerdo fresco en la memoria de Margarita Pérez, madre de Lissete. Fue una pesadilla que se convirtió en realidad: "Tuve ese sueño, que un muchacho salía de un carro y me llamaba, me decía ‘venga’ y no le entendía y decía ‘¿qué quieres?’, desperté y me repetía ‘no tengo que estar preocupada’. Me levanté al baño, regresé a la cama, me voy a dormir y como a la media hora me tocaron para avisar que mi hija había tenido el accidente”, relató.
Todo lo que vino después devastó no sólo a Lissete. "Es difícil porque posteriormente ya cuando te enteras bien del caso es difícil estar en estas condiciones y estar aquí tanto tiempo, mi familia, cambia la vida totalmente", comentó la joven.
Y añadió que "lo que más extraño es mi libertad. No extraño algo así en particular, ir a fiestas, todas esas cosas; es el estar fuera, quiero seguir y es lo que me mantiene, quiero recuperarme".
Han pasado casi diez años desde aquella noche del accidente. Casi diez años en los que la única compañía de Lissete han sido médicos, enfermeras, pacientes. Una ventana, una pared blanca y el televisor.
Pero principalmente su madre, una mujer que ha dejado todo con tal de inyectarle vida a la razón de su vida. Margarita Pérez consideró que "la vida de Lissete se quedó ahí en los 17 años, también para ella ha sido muy difícil, como dice, ‘me destrozaron mi vida’. Yo lo único que le digo es ‘échale ganas, algún día tenemos que partir, pero todavía no llega ese momento. Échale ganas".
Sin embargo, vivir en el Hospital General de Zona número 98 del IMSS no ha sido fácil para nadie. Para Lissete no existe el tiempo, sólo la tortura: "En ocasiones me pasa muy rápido el tiempo y en ocasiones que sí me desespero digo que ya quiero salir, pero lo que me mantiene es una esperanza".
Para su madre, ha sido un enorme sacrificio que ha valido la pena: "Me duele haber dejado a mis hijos chicos, claro con su papá, me he dedicado más a ella y es lo que más me siento mal en haberlos dejado chicos, no seguirlos apoyando. Ellos salieron solitos y gracias a Dios ahí están mis hijos", refirió.
Durante años, el frío piso del hospital se convirtió en el colchón que guarda la esperanza de la señora Margarita, a quien todos llaman Doña Magos.
El director general del hospital 98, José Luis Altamirano, comentó al respecto: "Yo destacaría el papel de su mamá como fundamental en la preservación de la salud de Lissete, porque sí lo hemos visto, hay gente que se desespera, que por razones mil abandonan a los pacientes ante la impotencia de las circunstancias y la señora ha entregado su vida entera a ella, yo me imagino a riesgo de su propio equilibrio familiar. Sin embargo, ella ha tenido una entrega completa a Lissete y eso ha contribuido a que ella haya sobrevivido hasta ahora. Ha sido asombrosa la actitud de la señora".
Los puestos ambulantes de los alrededores son su cocina y su comedor. Sus otros hijos, un recuerdo vivo. Angélica Allende, hermana de Lissete, explicó: "Es muy difícil porque mi mamá ya no está aquí. Vive en el hospital, allá come, allá se baña. Allá está su vida, son ya casi 10 años donde ella ha estado allá. Nosotros siempre aquí en la casa, somos cuatro hermanos, la hemos extrañado mucho porque no está con nosotros, la vemos una vez a la semana".
El doctor Eduardo Hardi indicó que "es una persona que se ha sacrificado por su hija. Ha dado todo por ella y realmente ha demostrado que la quiere".
Ya son casi diez años de madre e hija entrelazadas por el amor y por el dolor. Han sido más de tres mil 600 noches de cuidados, tres mil 600 días de aprendizaje y de enseñanzas.
Por ello Margarita Pérez aconsejó "que le echen ganas a sus hijos, que estén siempre con ellos, que convivan con ellos. No sabemos en qué momento pasan las cosas. Hay que estar al pendiente de ellos".
Y Lissete recomendó "que valoren la vida porque no sabemos. En un momento puede cambiar todo. Sí, y aunque muchos jóvenes lo vean difícil y digan en un momento, no, después se olvida".
Para estas dos mujeres, cada nuevo día equivale a impartir una nueva lección de vida.
Pero tras más de nueve años de permanecer hospitalizada Lissete está a punto de tener un cambio importante en su vida: dirá adiós al hospital donde ha vivido desde que sufrió el accidente que la dejó sobre una cama y conectada a un respirador.
Este es el nuevo reto para Lissete, que durante los últimos nueve años no ha pasado un sólo día que no haya soñado con salir del hospital.
Ese sueño está a punto de hacerse realidad este 2007: las autoridades del Instituto Mexicano del Seguro Social le darán un ventilador artificial que le permitirá regresar a casa. José Sigona Torres, delegado del IMSS Zona Oriente, explicó: "Ella nos ha pedido que quiere estar en su casa con su familia, y creemos que el IMSS tiene que hacer todo lo posible para que le demos todos los medios necesarios para que pueda permanecer en su casa".
La noticia no sólo le cambiará la vida a Lissete, también a toda su familia.Una vez que el equipo llegue a su casa, ubicada en Coyotepec, Estado de México, quizá todos ellos logren recuperar algo de la tranquilidad que el accidente automovilístico les robó hace casi diez años.
La señora Margarita Pérez expresó que se siente "muy contenta de estar con mis hijos, de estar aquí en la casa. Que ella entre a casa en estos años que ha estado afuera, creo que se merece estar en casa. Me siento muy bien".
En su hogar ya comenzaron los preparativos. Gracias a familiares, vecinos y amigos Doña Magos pudo reunir poco más de 20 mil pesos, con los que arregló la habitación de su hija.
Además, el municipio le ayudó a construir una rampa por donde subirán a la joven a su nueva recámara. "Ella escogió el color de pintura, quiso que estas partes se le pintara así, que no está muy bien convencida, dice que le falta otra parte de este color. No reconoció el cuarto, le he llevado fotos de cómo va, del baño, le he llevado fotos de cómo va quedando su recámara", añadió Doña Magos.
Pero mientras Lissete espera el gran día, en el hospital los médicos y enfermeras que la han visto salir adelante ya comienzan a extrañarla. El doctor Eduardo Hardi puntualizó que "se ha mostrado ya un cierto cariño con Lissete, yo puedo considerar que casi ha formado parte del hospital nueve años. Se le va extrañar y me da gusto porque se pueda ir".
Por su parte, la dietista Rosa Martina consideró que "es una niña muy valiente, muy fuerte, la verdad es que nos da mucho gusto que se vaya a su casa. Va estar bien, le está echando muchas ganas, la vamos a sentir mucho, pero es por su bien”. También la dietista Martha González señaló que "tiene aproximadamente nueve años con nosotros y hemos visto su evolución, ha evolucionado, pero sí, siempre queríamos que llegara este momento, que se fuera a su casa. Son muchos años y sí se va extrañar mucho".
Y es que es innegable que una situación como la de Lissete fomenta fuertes vínculos entre pacientes, médicos y enfermeras. "Los quiero mucho a todos, me han dicho que me van a ir a visitar, a ver si es cierto. Les agradezco mucho lo que están haciendo, que me están dando la oportunidad de salir”, expresó la joven.
Fuerza Informativa Azteca se dio a la tarea de investigar en el Sector Salud cuántas personas se encuentran en hospitales de México en una situación similar a la de Lissete.
Sin embargo, después de tres semanas no hemos obtenido respuesta, pues las autoridades de Salud desconocen la cifra. Sabemos que cada año se incorporan aproximadamente 300 personas a la estadística de pacientes que padecen una de las 10 condiciones de discapacidad más comunes, entre ellas las lesiones medulares.
Periodicidad: Actual, Secciones:Al Momento,Secciones:Investigación22:03 22:06Lunes, 27 de Agosto de 2007 22:03 Tematop none México, DF27 de agosto de 2007Con información de Laura CasillasFIA
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